
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria ha sido desde su creación un organismo clave para el desarrollo del sector agropecuario argentino. Con presencia en todo el país y especialistas calificados, que son reconocidos en la Argentina y en el mundo, el INTA ha contribuido significativamente a la modernización del campo y a la seguridad alimentaria nacional.
La embestida del Gobierno nacional, que anunció despidos y la venta de campos utilizados para el trabajo experimental, provocó el rechazo de quienes impulsaron y fortalecieron el trabajo del INTA.
Una serie de cartas de exdirectores y consejeros del organismo, que impulsan la consigna de frenar su “desguace”, advirtieron sobre el grave impacto por la venta de campos experimentales que se destinan a ensayos, trabajos de investigación o productivos.




El Consejo Regional Patagonia Norte-INTA rechazó el plan del presidente Javier Milei, que apunta contra las vinculaciones internacionales de los Programas Procisur y Fontagro, convenios internacionales y los sistemas de información, tecnología y procesos. “Esta propuesta realizada en un período muy corto de tiempo aspira a convertir el INTA en una Agencia de Ciencia y Divulgación, con una amplia participación de actores y sectores privados, que se ocupen de una agenda agroexportadora. Se postergaría de esta manera a los pequeños y medianos productores, las pymes del ámbito agroalimentario y forestal y programas como Pro-huerta, de alto impacto social en los sectores de menores recursos”, indicaron.
El INTA nació con el objetivo de impulsar el progreso del sector agropecuario a través de la investigación y la extensión rural. Inicialmente se enfocó en mejorar los rendimientos de los cultivos tradicionales.
El desarrollo de las estaciones experimentales permitió la adaptación de tecnologías a las diversas regiones. El organismo se expandió en todo el país y el número de profesionales del INTA se multiplicó por diez desde su fundación.
En el INTA existe una red de más de 100 unidades de investigación y extensión, que logran un contacto directo a los productores agropecuarios y a las realidades regionales. Las prioridades son la investigación, el asesoramiento técnico, la transferencia tecnológica y la formación de recursos humanos.
Las claves del organismo
Investigación y Desarrollo: El INTA realiza investigaciones en áreas como genética vegetal y animal, fitopatología, manejo de suelos y recursos hídricos, generando nuevas tecnologías para mejorar la productividad y la eficiencia.
Asesoramiento Técnico: A través de extensionistas y capacitaciones, el INTA llega a miles de productores, brindando asistencia técnica personalizada. Según datos del INTA, más de 100.000 productores se benefician anualmente de este asesoramiento.
Transferencia Tecnológica: El INTA facilita la adopción de nuevas tecnologías mediante demostraciones en campo, publicaciones y cursos de capacitación.
Formación de Recursos Humanos: El INTA ofrece becas, posgrados y programas de capacitación para formar profesionales altamente calificados en el sector agropecuario.
Desafíos productivos
El INTA enfrenta nuevos desafíos como el cambio climático, la creciente demanda de alimentos y la necesidad de una agricultura más sostenible. Sus líneas de acción futuras se centrarán en la investigación de variedades resistentes a la sequía y a las plagas, en la promoción de la agricultura de precisión y en el desarrollo de sistemas de producción más eficientes y respetuosos con el medio ambiente.
Se trata de un organismo público descentralizado con autarquía operativa y financiera, que se encuentra bajo la órbita de la Secretaría de Bioeconomía del Ministerio de Economía de la Nación. Es integrante del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación nacional y capacidades para el sector agroindustrial. Además, participam en redes que fomentan la cooperación interinstitucional; generamos conocimientos y tecnologías que ponemos al servicio de distintos sectores de la sociedad, a través de sus sistemas de extensión, información y comunicación.
El Instituto tiene presencia en las cinco ecorregiones de la Argentina (Noroeste, Noreste, Cuyo, Pampeana y Patagonia), a través de una sede central, centros regionales, estaciones experimentales, centros e institutos de investigación y unidades de extensión.