
Según un informe del Ministerio de Desarrollo Agrario de Buenos Aires, desde el 2016, creció un 30 por ciento el stock ovino en la provincia.
«El impacto en el sector fue directo y conciso: se mejoró la calidad genética de toda la majada provincial, apoyando al sector cabañero para acceder a la compra de reproductores de alta genética y al desarrollo de nuevas razas carniceras modernas, tales como Texel y Dorper; y con perfil de lanas finas como el Merino Dhone», precisaron a través de la revista MDA.
Desde el Ministerio aseguraron que «se logró modernizar y poner en valor a las instalaciones de los criadores y mejorar las pasturas, promoviendo el cuidado del suelo aplicando las técnicas de pastoreo racional».
«Asimismo, se promovió el agregado de valor a la carne, lana y leche ovina, financiando la puesta en valor de frigoríficos y salas de faena de ovinos, salas de elaboración de quesos, lavaderos artesanales de lana y
la investigación y desarrollo de mantos térmicos para la construcción de viviendas utilizando lanas
gruesas, de poco valor comercial», subrayaron.
Y añadieron: «También se visualizó al sector lácteo ovino, desarrollando la instalación de nuevos tambos en toda la provincia, con elaboración de queso y otros subproductos lácteos, creciendo en más del 300%
la cantidad de establecimientos de este tipo y ovejas en ordeñe que se mantienen en producción».
El gobierno bonaerense aseguró que «el stock ovino bonaerense creció un 30%, pasando de 1.415.000 a 1.825.000 ovinos (Senasa, 2023), con un crecimiento del 77 por ciento en unidades productivas, escalando de 11.426 a 26.142 unidades, en la actualidad».
«La presencia de un Estado provincial fuerte, orientando las inversiones productivas y colaborando técnicamente con las sinergias propias de los procesos productivos ovinos en su territorio, representa el claro éxito de una actividad pujante. Una de las patas imprescindibles en la mesa de la producción», aseveraron.