
Un informe de los investigadores Carla Cepeda y Gabriel Oliva, del INTA EEA en Santa Cruz, reveló que «luego de años de pastoreo intenso, los productores ovinos patagónicos han ajustado drásticamente las cargas de animales, en un proceso que incluyó tanto el abandono de campos como la reducción de planteles en las estancias».
«El ajuste obligado, realizado en miles de establecimientos tuvo sus frutos, ya que restableció en gran medida los índices reproductivos, y estabilizó las majadas que pudieron mantener mejor la producción en sequías y nevadas. Estudios recientes han demostrado que este proceso dejó la carga animal en un nivel que se aproxima mucho a la capacidad de carga de un paisaje semiárido con una baja productividad primaria como el de la Patagonia (Oliva et al. 2019). La menor presencia humana en el paisaje y la prohibición de la caza a fines del siglo pasado llevó sin embargo a un aumento de las poblaciones del guanaco», precisaron.
Los técnicos advirtieron que, «parece obvio que un aumento de densidad de un herbívoro selectivo mediano que se superpone entre el 80 y el 90% de su dieta con la de los ovinos en campos con carga ovina ajustada, llevaría a un problema de sobrepastoreo y competencia por el forraje y una nueva reducción de los índices reproductivos».
«Esto obligaría en el futuro a una nueva disminución en las existencias en campos que ya están al borde de la sustentabilidad económica». Por otro lado, las elevadas cargas conjuntas llevarían a la degradación de los pastizales, un problema que ha sido relativizado tanto en la percepción del público en general como en las publicaciones científicas por serie de preconceptos muy arraigados. Entre ellos se destacan las ideas de que los camélidos no afectan el suelo porque tienen almohadillas en lugar de pezuñas, y que por su anatomía bucal cortan más eficientemente la vegetación en lugar de arrancarla», argumentaron.
Y añadieron: «Existen muy pocos estudios del efecto del pastoreo de guanacos sobre la vegetación, porque tienen algunos desafíos. A diferencia de los ovinos, los guanacos transitan libremente entre
establecimientos ganaderos y cuadros, por eso es difícil hacer ensayos de cargas para medir el efecto del pastoreo sobre los pastizales. Por otro lado, en sistemas de pastoreo mixto no es posible discernir el efecto de la herbivoría de guanacos y ovinos. Es posible sin embargo excluir completamente el pastoreo de guanacos en áreas sin producción y para ello con el grupo de Recursos Naturales del INTA EEA Santa Cruz construimos en 2017 exclusiones en el Parque Nacional Monte León y una estancia vecina que tenían a los guanacos como herbívoros exclusivos».
Para los especialistas, “si la herbivoría de guanacos no afecta a los pastizales, la vegetación y el suelo en áreas pastoreadas por guanacos no debería diferir de áreas en las cuales han sido excluidos”.
«La metodología utilizada en este estudio incluyó la construcción de seis parcelas protegidas de aproximadamente ¾ ha, empleando la técnica de exclusión como tratamiento. En cada uno de estos sitios se eliminó la vegetación en pequeñas parcelas de 1×2 m para evaluar la revegetación con y sin guanacos mediante fotografías. La vegetación y el suelo se evaluaron mediante el uso de Monitores Ambientales de Regiones Áridas y Semiáridas (MARAS), que permiten evaluar la vegetación y el suelo en ecosistemas naturales. Con los MARAS se obtuvieron datos sobre la cobertura vegetal, la presencia de especies, y las características del suelo, como su estabilidad y capacidad de infiltración de agua», explicaron.
Y agregaron: «La densidad de guanacos se analizó a través de Distance Sampling -un método utilizado para estimar la densidad y la abundancia de poblaciones animales. Los resultados de esta investigación se publicaron recientemente en una edición especial de la prestigiosa Revista Phyton, dedicada a la Ecología de los Pastizales en Argentina con el título «La exclusión experimental del pastoreo de guanacos aumenta la cobertura, la diversidad, la función del suelo y el reclutamiento de plantas en la Patagonia». En estos primeros datos experimentales el efecto de guanacos sobre el pastizal fue claro: en las parcelas protegidas, la cobertura vegetal aumentó, disminuyó la extensión de suelo desnudo, y la presencia de gramíneas creció significativamente».
«Además de esto los parches vegetados no solo se mantuvieron, sino que también aumentaron en tamaño. Se observó un incremento en la biodiversidad y mejoras en los índices de estabilidad, infiltración y reciclado de nutrientes. en contraste, en las parcelas donde los guanacos continuaron pastoreando, la cobertura vegetal también aumentó, pero debido al crecimiento de arbustos enanos, un fenómeno común en las áreas degradadas por el pastoreo. Los guanacos también causaron un fraccionamiento de los parches de vegetación, mientras que los índices de diversidad y función del suelo no mostraron
cambios significativos».
Desde el INTA precisaron que «es importante destacar que este estudio se llevó a cabo en zonas de conservación y en estancias donde la producción ganadera ha cesado, pero el verdadero desafío radica en la gestión de las poblaciones de guanacos en paisajes productivos, donde el pastoreo de guanacos a elevadas cargas se superpone al de los ovinos, lo que podría desencadenar una nueva etapa de sobrepastoreo y degradación de los pastizales».
«La investigación aporta de esta manera conocimientos fundamentales para especialistas en pastizales naturales y poblaciones animales, así como para técnicos, productores ganaderos, y el público en general. Es relevante porque los trabajos experimentales de impacto de los guanacos en la vegetación, sino también porque permiten anticipar el futuro de los pastizales bajo la presión de herbívoros nativos en la región», explicaron.